miércoles, abril 12, 2006

'Yo soy una muje' enferma'

Mi amiga Leyani es de Cuba. Tardé un mes entero en aprenderme su nombre, no sabía si es que ella no lo pronunciaba bien del todo, o es que yo no lo entendía del todo bien. Lo cierto es que siempre que estábamos con amigos y le presentaba a alguién decía, así rapidito... ' y esta es laaaaani...' o ' aquí mi amiga elaniiiiii' e inluso 'mira mi amiga de Cuba olaaani' :s
Y aquí como la gente no suele ser indiscreta, se quedaban con cara de circunstancia perpetua, la saludaban y me volvían a preguntar y yo insistía en juntar vocales y consonantes así, a lo loco, y acababan creyendo lo mismo que yo: que no me habían entendido bien o que yo no lo había dicho bien. Menos mal que la pobre chica me dio un día una tarjeta suya del trabajo y pude leer: LE-YA-NI. Leyani y yo intimamos en una 'calçotada' de esas de invierno, con masia incluida, chimenea, salsa y convidados, limpiando sillas las dos; ella sin quitarse sus gafas Rayban y con su chaquetón blanco nuclear y yo riendo detrás de ella, mientras repetía a voz en grito ante el resto de concurrencia que permanecía impasible: 'Ay, chicaaaaa, ¡menos mal que no soy negra... sino lo que me faltaba... negra y cubana...!' l

Pues aquí, Leyani, la cubanita, es una de las personas que más me hacen reir y que lleva la naturalidad y la tranquilidad propias del Caribe en sus venas. Separándonos un Océano de vida, de experiencia, de formas de ser y vivir, gastamos la misma manera de mirar al horizonte; tenemos en común mucho más que lo que pueda tener con algunas personas que me rodean desde hace años: heridas que te hacen vivir, un amor profundo, alegría y una fe extraña en el otro.
Leyani es la inventora de las frases célebres. A ella se le debe la mítica frase expuesta a la queja del vecino que acudía por enésima vez a protestar por los ladridos del perro : 'ay señor, venga cuando quiera a quejarseee.Yo soy una mujer soltera y sola que necesita distracción'. :

En una sociedad cargada de falsas palabras, de huecos mal rellenos, donde todos fingen lo que no sienten, Leyani es, con toda la tristeza de sus días pasados, un rayo de luz. Ella apenas lo sabe, ahora se lo cree un poquito más, porque ya le he hecho ver el arte sereno que encierran sus palabras sabias, certeras, vivas, haciendo reir por la sencillez y la trágica verdad que dejan escapar. Un acto de valentía en los tiempos vacíos que corren.

Aún me acuerdo de aquel paseo por Ceuta, hace dos veranos, con Esther Úbeda, la Vivancos, la madre de Esther, su novio y Elio, hablabámos de Sevilla, de Fernando, del amor, de nosotras, reíamoos y me detuve en un puestecito medieval donde vendían pendientes de cristal, me probé unos cuantos y me quise llevar unos redondos, pero la Vivancos me dijo que mejor unas lunas rosas. Asi que me llevé las lunas, no había andado ni dos pasos, acercándome al grupo cuando espeté un: ' la verdad es que me gustaban los redondos'. 'Bueno -me replicó Esther- pués cambialos'. 'Da igual - le dije- total si estoy desequilibrá...' Aquella frase hizo historia.Los cuatro estuvieron riéndose toda la noche y yo no entendía porqué... no era graciso, era lo que pensaba :)

Cuando Leyani, tirada en el sofá, nos interrumpió a Carmen y a mi para decirnos: 'Mirad, yo soy una muje' enferma. Tengo trastornos bipolares, lo único que me faltaba a mi es obsesionarme porque me van a quitar el piso', Saltamos a reir las tres.
Nunca la sinceridad y la realidad habían sido tan hermosas ni tan humildes.

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