martes, noviembre 29, 2005

El belguita se fue...

Y lo hizo como llegó sin enterarse de que andaba por aquí, habitando todos los rincones que quedaban en mi. Se va mi belgui de nuevo a su hogar, allá al centro de Europa y guardo en la boca el sabor de nuestras últimas conversaciones, más filosóficas, más centradas, más nuestras. De su imagen en la barra de un bar, echando de menos algo que dejó de si mismo en algún lugar, de esa lucha por escapar. de su mirada cálida y profunda, abierta, sin fin. Se va el belgui que tantas sonrisas me arrancó y lo hace con sus camisetas raídas, su pelo despeinado, sus manos pequeñas, su gran vida. Se va y se lleva esas bromas belgas, esas miradas tiernas, esos 'clicks' para preguntarme el teléfono del radio taxi, esos encuentros para beber cerveza, esa forma tan natural que tenía de ignorarme y luego de echarme de menos y de no entenderse, de no quererse, de buscar mi opinión, de huir y volver. Se va un niño asustado dentro de su 185 cms de altura, cargado de emociones, temeroso de que descubran que es pura ternura. Se va un proyecto de gran hombre, en el que él no cree, pero yo, sí. Ya se fue mi belgui y no pude darle un abrazo abierto y sincero, un abrazo sin final y sólo pude oir su voz por teléfono, ya, gracias a Dios, hablando mejor español, preguntándome si iba ir a verle, que debía hacerlo, que era su mejor amiga aquí. (La única, quieres decir :) Se va mi belgui y creo que ha aprendido algo de la amistad y yo, algo, de la libertad y los resplandores ficticios. Se va y deja, de nuevo, un hueco en mi. Un espacio ya conocido que siempre tendrá su caminar pausado, sus ojos desgarrados cargados de alcohol, su sonrisa generosa. Se va, y ahora por fin lo creo, un amigo.

pd: y no entenderá una palabra de lo aquí escrito ;)

1 comentario:

su dijo...

Al final lo que realmente merece la pena es la amistad sincera y sin condiciones.