lunes, diciembre 12, 2005

Navidalandia

La semana pasada tuve la confirmación de la noticia: la Navidad nos ha invadido, un año más y no hay forma de escapar, y menos si vives a cien metros del Patrocinador Oficial de las Fiestas, imposible huir. Vamos, imposible e inaceptable, casi una batalla perdida que mejor dejar pasar. Ya sospechaba yo que me pillaría, de nuevo, 'in fraganti', cuando allá a finales de octubre descubrí la primera de las luces colgantes que inundan hoy mi calle. Por aquel entonces, me quedé extasiada, mirando el cielo, y tratando de entender que pintaban en mi calle esas luces de colores con formas de ciervos -que, no es por criticar, pero yo nunca he visto un ciervo, no se porque tengo que verlo en luces de Navidad- al poco tiempo se unieron otros viandantes que me miraban a mi, mientras yo realizaba conexiones mentales. 'tengo calor, voy en manga corta y mañana es el día de Todos los Santos, que porras pintan estas bombillas aquí'. Con resignación me imaginé un no lejano mes de agosto con Belén Viviente playero para que le vayamos tomando el pulso a la Navidad. No es que no me gusten estas fechas, me encantaban; pero es entrar en Noviembre y Diciembre y sentir como un expolio de los sentidos con este festival de luces y gritos y esa velocidad.
El jueves pasado, fiesta, se me ocurrió acudir a mi también al centro generador de toda esta debacle, el Corte Inglés, sabía que era un error, pero me veía obligada. Y, fue un error... sobre todo cuando un grupo de adolescentes cantores, vestidos de negro 'gospel' y con gorro de Papa Noel (que aborrezco) comenzaron a perseguirme por los pasillos y escaleras mecánicas, cantando villancicos en inglés y chasqueando los dedos al unísono, mientras sonreían y bailaban claqué ¡¿Claqué?!... al ritmo del 'Jigle bells' de toda la vida :O Llegué a casa estresada perdida y con una melancolía que no sabía bien de dónde procedía:'¿Pero, si siempre te han gustado estas fechas hija? .me decía mi madre a través del hilko telefónico, mientras yo cocinaba para unas amigas- 'Pués ahora me entra como un rsquemón rancio'... le respondo.
Dilucidando, dilucidando llego a la conclusión que tal vez tanto desasosioego me llega por esa 'obligación' que parece despertar en todos nosotros, estos días, obligación a esconder miserias y mostrar alegrías; o quizás, porque no me reconozco, no reconozco nada de este destello de luz, color y 'jingles bells' y ciervos y hadas y regalos y un popurri de historietas que hacen que te confundas más aún.

No encuentro entre mis recuerdos similitud alguna entre esto y el frío de mis días de niña en diciembre; la emoción de ver las primeras luces puestas a pocas semanas de la Navidad con la tranquilidad con la que lo hacían los trabajadores del ayuntamiento, sin inmutarse, ni precipitarse; los pollos que mi abuela criaba y mataba sin compasión alguna en Nochebuena; Pero, entonces, mientras escribo recuerdo a mi padre, como tocaba, todas las sobremesas previas a la llegada de la Nochebuena, la puerta de la cocina, rítmicamente, con las manos, para empezar a ensayar los villancicos de cara a Nochebuena. Y me doy cuenta que la Navidad la llevo puesta todo el año y que es el exceso de destellos de estos días lo que me ciega.

Claro que, si lo pienso, peor lo tiene mi amigo Oscar, en Argentina, que tiene que pasar estos días a 40 grados, vestido de papa Noel y haciendo sonar una campana... aún tendremos suerte :)

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