miércoles, diciembre 07, 2005

Restos

Es muy didícil salir inmune de la vida, muy, muy difícil. Lo veo a diario, lo he visto en mi, lo veo a mi alrededor. Lo huelo en las palabras que me dedican los otros, en los recelos, en sus huídas, en las justificaciones más comunes: 'yo soy así'; 'que le voy a hacer', orgullosos de vivir cubiertos y recubiertos por mil corazas deformadas, asustados. Es muy dificil escapar indemme de los estragos de la vida, de sus recovecos, de los saltos que debes dar a empujones, atropelladamente sin quererlo la mayoría de las veces, temiendo. Es una tarea de titanes superar los desvios de caminos, los desencuentros, las verdades a medias y las mentiras, salir airosos de las escenas que te deja grabadas la vida, afrontar los errores, asumir los hechos.
Me doy cuenta de esto en las conversaciones que escucho, en las historias que me cuentan a diario, una y otra vez las mismas, en las preocupaciones banales o no, en los rencores acumulados, en la incapacidad de perdonar, de entendernos a nosotros mismos y por ende de poder amar al otro. Parece casi imposible moverse libre por la vida, por los surcos que ésta nos deja, los charcos de barro que hay que atravesar y atravesamos, parece imposible responder con una sonrisa y una palabra tierna de amor sin pensar mil consecuencias de este hecho. Parece imposible que ni siquiera lo que no es innato nos surga con naturalidad. Y lo veo, lo veo en los gestos de las personas que me rodean, en sus miedos, en sus miradas torcidas, en sus palabras heridas, en el peso de sus mochilas cargadas de dolor, de recuerdos innsanos y resentimientos y que soltamos a la menor oportunidad en brazos del otro.

Ayer mientras paseaba tranquilamente agarrada del brazo de Carmen, con Vero y Esther, buscando las cuatro un barecito tranquilito donde posar nuestras sonrisas recién encontradas. Carmen, a la que apenas conozco pero que ya considero una persona entrañable, me decia que qué hermoso era el hogar que había creado -tercera vez que surge esta palabra a mi alrededor en una semana- 'Un hogar' -medité- y mirándola a los ojos me di cuenta de que todo el dolor y la soledad que habia sentido en mi vida la habia transformado en amor, en un amor por mi misma y por los otros; un amor incondicional nacido de dar y dar y dar cuando ya no había nada más que dar. Un hogar que se forjó poco apoco sin apenas yo darme cuenta, que se iba labrando por dentro de mi, sin yo enterarme, que se me iba cubriendo de paz y armonia mientras yo miraba hacía otro lado; un hogar que se tejia tenúe a la par que yo buscaba y buscaba por todos lados; un hogar que siempre estuvo ahí y que no sabía ver, como todos...

Parece mentira que no hayamos aprendido de todo esto.

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