martes, abril 18, 2006

Dr Fleming



... Ni de Torroba, ni de esas salchichas con espaguettis que comíamos en tu casa, ni de las postales que te enviaba en Navidad y verano, ni de los domingos que pasábamos en el Hogar de los ancianitos, haciendo compañía, ni de las tardes de iglesia, ni de la foto montado encima de un 'Curro' con la pancarta de 'Nos vemos en Hannover 2000' (parecía tan lejos...) ni de tus pantalones blancos y tu anillo de oro, ni de todas las cosas de historia que me enseñaste, ni de la tarde en casa de Mercedes haciéndonos fotos, ni de tu expresión 'bien despachá' cuando comíamos tarrinas de helados por la tarde con tu amigo Jorge, ni de Nuevas Voces (ya se, ya se... te debo un ejemplar), ni de las cenas en mi casa nueva, ni de los 'armaos' de la Macarena, ni de todas las risas, ni de lo poco que me importaba que te metieras conmigo, ni de lo grande que tienes el corazón, ni de lo cariñoso que eres, ni de que fueras mi complice con Fernando, mi consejero en mis pasos, ni de todas las veces que me llamabas para decire que te casabas y todas las veces que me lo creí, ni de las lágrimas que me quitabas con tu sobriedad y sensatez, ni de lo que me reía contigo, ni de lo objetivo que eres, lo sincero, lo poco adulador, lo poco que te entendía a veces, lo verdadero, de nada de eso me acuerdo porque no necesito acordarme, ni pensarlo. Eso, soy yo.

'Por respirar serena...'

Dos horas de siesta; mentitas poleos para después de comer y cenar olvidados al lado del sofá; la melva con cebollita; la 'aguja palà' tradicional de mi madre y de la tierra que me vió nacer; mis carreras por la Marina al atardecer, justo cuando el cielo hierve a rojo fuego y me baño en luz, en lo que soy, en lo que siento, en mis días y no hay nada más que yo... y el horizonte; las nubes rosas y naranjas y amarillas. El azul del mar, el océano salvaje que me llama, que me conoce, que me espera...Me asaltan las lágrimas, son mías, parte de mi, ya las conozco, caen por dentro. Ahora que ando sin defensa, sin trinchera, sin barricada, sóla yo; como nací, como llegué, como me hice, solita yo, aún blanda, aún sufriendo, aún..., aún viviendo y aún sonriendo, siempre. Viva sin huídas; la luz cegadora del Estrecho, el aire limpio de la mañana, los paseos por la orilla de la Rivera con la mirada fija en las cúpulas de la catedral; el sonido de los pasos de la Semana Santa, allá a lo lejos; los encuentros sin esperarlos a medio mañana, que el móvil no suene, que no sepas ni donde está y que no te preocupe saberlo..., quedar y no aparecer, que nadie se enfade por ello, que todos esperen, que nadie se quede, que todos te digan, que nadie llame para saber porqué; silencios lleno de vida, el rumor de las olas antiguas que vienen a saludarme una y otra vez, que la vida corra en paz, sin hora fija, sin cita previa, sin bien ni mal, sin juicios fáciles, sin ideas preconcebidas, sin tiempo, ni luna llena, ni canciones de amor, ni voces. Que la noche sea noche; el día, día; mis lágrimas, amor.

Cuatro días para ver que por muchas espinas que me invente, con las que esconder mi verde luz, mi sentir, mi dolor, mi pureza, mi yo sigue intacto, en el mismo lugar, temeroso, cálido, habitado.
Carita de niña perdida, de honda mirada, de antigua alma, con el corazón entregado, esperando
sólo un abrazo para dejar de inventar.

No hay más verdad que la que cada uno lleva escrita, no importa los párrafos que te saltes al leerte, están ahí.

jueves, abril 13, 2006

Gonzalo Bilbao



Cuando veo estas caras me acuerdo de un pasillo lleno de gente, del sol de Sevilla a las cuatro de la tarde, de mi 4,75 en Historia del Mundo Contemporáneo en Junio; de mis vaqueros ajustados, de Eduardo diciendo que mi sonrisa era perenne y le alegraba los días, de la melena negra y larga,tope sevillana, de la profesora de lengua (tras dos suspensos consecutivos, conseguí aprobar con un 8,75); de los abrazos al reencontrarnos con mis amigas; de las tardes de cervecitas, del Capote; de David Hidalgo y su cámara de fotos; de mis camisetas de manga corta con motivos divertidos, de esas mañanas de junio esperando los exámenes finales; de mis carreras por los Jardines del Valle, del sol implacable que se colaba por las ventanas del Aula IV; de mis sueños, de mi primer viaje con Esther y Adri a Ceuta; de las colas de la Expo; de Ferdinand de Sussiereee (posiblemente mi aborrecimiento por la lengua francesa provenga de aquel infierno de libro que no se si llegue a leer, pero que no entendí, seguro).
Cuando veo estas caras me acuerdo de mi primer año en Gonzalo Bilbao, del horizonte que no se acababa, de la oscuridad de Sevilla de la noche, de Merchi en su residencia de estudiantes, de cómo Lucía se remangaba las mangas de los jerseys, del cariño reescondido de MariAngels, de la psicina de Esther e, inevitablemente, de la bicicleta negra de Javi mariscal, atravesando la entrada de la facultad y con ella nuestra existencia.

Cuando veo estas caras de luz, pienso en lo afortunada que he sido, disfrutando de la maravillosa y simple alegría de compartir en amistad, de vivir, de reir, de no esperar y de querer en libertad.











miércoles, abril 12, 2006

'Yo soy una muje' enferma'

Mi amiga Leyani es de Cuba. Tardé un mes entero en aprenderme su nombre, no sabía si es que ella no lo pronunciaba bien del todo, o es que yo no lo entendía del todo bien. Lo cierto es que siempre que estábamos con amigos y le presentaba a alguién decía, así rapidito... ' y esta es laaaaani...' o ' aquí mi amiga elaniiiiii' e inluso 'mira mi amiga de Cuba olaaani' :s
Y aquí como la gente no suele ser indiscreta, se quedaban con cara de circunstancia perpetua, la saludaban y me volvían a preguntar y yo insistía en juntar vocales y consonantes así, a lo loco, y acababan creyendo lo mismo que yo: que no me habían entendido bien o que yo no lo había dicho bien. Menos mal que la pobre chica me dio un día una tarjeta suya del trabajo y pude leer: LE-YA-NI. Leyani y yo intimamos en una 'calçotada' de esas de invierno, con masia incluida, chimenea, salsa y convidados, limpiando sillas las dos; ella sin quitarse sus gafas Rayban y con su chaquetón blanco nuclear y yo riendo detrás de ella, mientras repetía a voz en grito ante el resto de concurrencia que permanecía impasible: 'Ay, chicaaaaa, ¡menos mal que no soy negra... sino lo que me faltaba... negra y cubana...!' l

Pues aquí, Leyani, la cubanita, es una de las personas que más me hacen reir y que lleva la naturalidad y la tranquilidad propias del Caribe en sus venas. Separándonos un Océano de vida, de experiencia, de formas de ser y vivir, gastamos la misma manera de mirar al horizonte; tenemos en común mucho más que lo que pueda tener con algunas personas que me rodean desde hace años: heridas que te hacen vivir, un amor profundo, alegría y una fe extraña en el otro.
Leyani es la inventora de las frases célebres. A ella se le debe la mítica frase expuesta a la queja del vecino que acudía por enésima vez a protestar por los ladridos del perro : 'ay señor, venga cuando quiera a quejarseee.Yo soy una mujer soltera y sola que necesita distracción'. :

En una sociedad cargada de falsas palabras, de huecos mal rellenos, donde todos fingen lo que no sienten, Leyani es, con toda la tristeza de sus días pasados, un rayo de luz. Ella apenas lo sabe, ahora se lo cree un poquito más, porque ya le he hecho ver el arte sereno que encierran sus palabras sabias, certeras, vivas, haciendo reir por la sencillez y la trágica verdad que dejan escapar. Un acto de valentía en los tiempos vacíos que corren.

Aún me acuerdo de aquel paseo por Ceuta, hace dos veranos, con Esther Úbeda, la Vivancos, la madre de Esther, su novio y Elio, hablabámos de Sevilla, de Fernando, del amor, de nosotras, reíamoos y me detuve en un puestecito medieval donde vendían pendientes de cristal, me probé unos cuantos y me quise llevar unos redondos, pero la Vivancos me dijo que mejor unas lunas rosas. Asi que me llevé las lunas, no había andado ni dos pasos, acercándome al grupo cuando espeté un: ' la verdad es que me gustaban los redondos'. 'Bueno -me replicó Esther- pués cambialos'. 'Da igual - le dije- total si estoy desequilibrá...' Aquella frase hizo historia.Los cuatro estuvieron riéndose toda la noche y yo no entendía porqué... no era graciso, era lo que pensaba :)

Cuando Leyani, tirada en el sofá, nos interrumpió a Carmen y a mi para decirnos: 'Mirad, yo soy una muje' enferma. Tengo trastornos bipolares, lo único que me faltaba a mi es obsesionarme porque me van a quitar el piso', Saltamos a reir las tres.
Nunca la sinceridad y la realidad habían sido tan hermosas ni tan humildes.

domingo, abril 09, 2006

Lo que no pasa



De la artista sevillana Granadita.

Para los que alguna vez encontraron su tierra.

jueves, abril 06, 2006

Vibrar

Tras una semana en carne viva, con la cabeza por los suelos y sólo latiendo y sintiendo, retomo mi vena 'lolaila' para jolgorio de extraños y tranquilidad de los propios. Llevo días cabizbaja (más bien meditabunda en mis cosas) y todo el mundo (de aquí) me pregunta que por qué y, como los años pesan, ya no me molesto en responder con la verdad porque entro en disertaciones sobre lo humano y divino cuyo sentido se escapa del alcance de muchos de quienes me preguntan. Así que digo que estoy melancólica, punto. Pero no se trata de eso, se trata de que ya se ha acabado, mi maleficio está roto y, claro, como suele suceder en estos casos, toca avanzar, segura, tranquila, feliz, convencida, fuerte, de que una no son los demás, ni la hacen los demás ni si quiera lo que hace, sino que se construye a fuerzas de ladrillos y muros y ventanas para respirar.
Pero, el personal no se convence e insiste: '¿dónde está tu alegría?' '¿porqué no haces bromas?' '¿qué te pasa, llevas mucho tiempo en casa'... Estoy convencida de que las personas no tenemos ni idea de lo que preguntamos sino no lo preguntaríamos o nos morderaíamos la lengua en mas de una ocasión; a veces, si que preguntamos, pero no estamos preparados para la respuesta o no nos interesa realmente lo que responda el otro. El domingo puse en práctica el valor de las palabras sinceras, de la ternura que encierran , de que son como joyas blancas y únicas que has de saber posar con delicadeza en el otro, de acariciar con infinita ternura para que el transparente hilo que las sostiene no se rompa, para que no caigan, no se ensucien. Puse atención en escuchar y amar con los cinco sentidos cada palabra dicha, cada palabra recibida, oida o no.
'¿Qué me pasa?' ¿quires saber lo que me pasa? ¿de verdad?... Me pasa la vida en sus diferentes ritmos, me pasa la luz por la mirada; me pasan los tiempos que marca mi corazón, me pasa el amor que es el mismo y no pasa. Me pasa mi alma que está viva y no quieta; me pasan las ganas de agarrar el mar con la mirada, de correr por una playa; me pasa la sensación de poder hacer lo que quiera; me pasan los ciclos que se cierran, me pasa el cariño por mi misma, me pasa la tierra que me llama, el dolor que ya no queda, la vida entera me pasa y yo que no soy sorda la oigo por dentro, la siento, por dentro, la vivo. Me pasa que vibro y ya no huyo de mis caminos.

miércoles, abril 05, 2006

Preparados, listos...


Kelly y yo de incognita por la misión, acompañadas de María José de Alcalá :)



Carlitos Sosa, Merchi, Adri y mua

martes, abril 04, 2006

Maria la del chipiron letal

Este espacio se lo voy a dedicar a mi amiga María. Primero, porque es una lectora infatigable de mi blog y segundo, porque es una de las pocas que cree en mis pasos en la vida, que vive esto como si de su vida fuera, y creía incluso cuando yo había dejao de creer por algunos momentos.
María y yo nos conocimos en los suburbios de la décima planta del edificio Sevilla 2, en el verano del '98.
Antes nos teníamos vista por los pasillos de Gonzalo Bilbao pero fue en las entrañas del Diario de Andalucía
cuando nos hicimos amigas. Allí pasamos de compartir mesa y ordenador a compartir fatigas, confidencias, carcajadas, mal humor y echarnos unas risas ante el gallinero y sus integrantes cuando se terciaba, La ingenuidad que me caracteriza la fui perdiendo en aquellas paredes, y de mi carita de niña buena enamorada fui pasando a mi cara de 'que he hecho para merecer esto' y María allí, con mas manitas sobre el teclado y la carcajada a punto, sin apartar la vista del ordenador. Atenta a todo.
Con María al lado aprendí todo lo aprendible y que no había aprendido ya con Fernando, de la Semana Santa sevillana, de la Feria, de las calles de Sevilla, de santa Marta, de las novenas, hasta de los acordes de los pasos semanasanteros, con música y tó. No en vano ella y su Javi se conocieron en una Semana Santa. Ella llegaba todas las mañanas agarrada de su bolsito negro, debajo del brazo, con paso seguro y firme, la cabeza erecta, sonriendo, primero a izquiera y luego a derecha. Sin desvoiarse del camino. Era rápida y veloz en cruzar la redacción, con la sonrisa puesta, sentarse en su sitio, ajustarse la sillita, mirarme acercando la cabecita, y preparar la jornada. Luego, la más veloz, el papel se deshacía entre sus dedos y yo la buscaba complicemente para ver si me hacía reir una vez más. Ella llegaba convencida de que
venía a hacer un buen trabajo a pesar de que el tiempo no acompañara; su pelito rubio inamovible, como de recién peinado, su carita blanca enmarcada por sus ojos azules grandes de actriz de cine, porque María es la única persona que conozco capaz de poner siete caras diferentes y similares sólo cambiando la expresión de los ojos: sorpresa, alegría inesperada, estupefacción, inverosimilitud, anodada, incredulidad y, satisfacción complice... todo en diez minutos y dejarte plasmada cuando sigue su camino, toda recta, mirando al frente, sin desviarse ni un tanto. Todo con gestos cortos y pasitos cortos a su vez, las manos moviéndose al unísono y la risa fácil.
Fui la que leyó en su boda. La que cruzó la capilla de la Catedral de Sevilla para hablar de amor, todo vestida de negro y con la mirada marcada. Fuí la que más rió en el baile por sevillanas con su novio. Yo tuve la suerte de que en el río de vida de maría y su acento, hubiera hueco para mi caos particular y mis historias.

Cuando nos encontramos este sábado, nos reímos, abrazadas y sin muchas palabras nos citamos para otrolugar más íntimo, donde narrarnos todo lo que a ella le gusta leer, que adivina, que huele pero que prefiere que le ponga manos y gestos, delante de una tapita mortal.

More than words

El mejor fin de semana de los que recuerdo comenzó con los gritos de un equipo de Rugby en el aeropuerto de Barcelona, mientras yo trataba de zafarme de la poca vida que me quedaba a las 6 de la madrugada , en un estado de semiinconsciencia total y tristeza interior, y terminó teniendo como despedida la sonrisa más hermosa y esperanzadora que he visto nunca, en el aeropuerto de Sevilla. Durante todo este viaje esquizofrénico no dejaba de preguntarme: ¿por qué voy a Sevilla si he pasado tres días a 39,5 de fiebres, a punto de ingresarme en el hopital? ¿por qué hago este viaje con lo bien que me vendría descansar?'¿Por que no me quedo en casita?... Claro, ¿por qué soy yo? Y todo lo que me sucede encierra un significado extraño e indescifrable para los otros y dolores de cabeza para mi :)

Pero yo sabía que debía ir, que algo pasaría, y no fue el hecho rocambolesco que el piloto aterrizara en Málaga en lugar de en Sevilla, que me pusiera con la regla en plan. ¡¡¡Pasen y Veaann!!, que me recoerriera Andalucia entera en un coche con dos italianos y dos pseudocatalanas, que tardáramos cinco horas en hacer un viaje de dos; que me esperase toda la orla completa de Periodismo en un hotel de Sevilla desde la una y media de la tarde y me llamasen cada media hora para decirme; a ver,,, explicanos porque no nos lo creemos ¡tú de dónde vienes!!!??? Y que sudase, pasasse frío, calor y todo tipo de reacciones térmicas y emocionales a lo largo del día.
Los toques humorísticos del viaje los dejaré para otra ocasión más inspiradora; los comentarios de la reunión, las escenas vodebiles que se desarrollaron, los ataques de histerismos de los ex compañeros casados que parecían recién salidos de un colegio mayor con Pase Pernocta que habia que agotar hasta el final,la caida y declive de los mitos merecen un apartado especial.
Yo no fui a Sevilla - por eso no sabía bien a que se debía mi desplazamiento- fue sevilla la que vino a mi, la que me llamó, la que me acogió, la que me meció y se me mostró entera, despacio y tranquila. Esta vez fue ella.

Podía haber llegado en avión. Debía haber aterrizado, de hecho a las 8,25 de la mañana en el aeropuerto sevillano de San Pablo, pero no, eran las 12: 00 y estaba en Colmenar, Málaga, desayunando junto a mis improvisados compañeros de viaje y sus historias cortadas por dentro. Cuando nos metimos en el coche por tercera vez para probar a salir del único pueblo en el que llevábamos tres horas dando vueltas - Benalmadena-, cuando ya habíamos encontrado el camino de vuelta., cuando ya vimos el cartel 'Prvincia de Sevilla' y las tres tragamos saliva porque algo debía iniciarse de nuevo, cuando apenas quedaban treinta minutos para llegar a Sevilla y las conversaciones se nos habían quedado colgadas hacía rato, cambiamos de emisora y, entonces, sólo entonces, escuché por segunda vez en mi vida en un coche camino de Sevilla 'More than Words'. La canción con la que Sevilla se abrió ante mi aquel año 91. La primera vez que la recorrí en coche y supe que venia a abrirme despacito, recuerdo el taxi, recuerdo a mi madre al lado, recuerdo el recorrido, recuerdo mi emoción y recuerdo los sones de la múisca, la letra... nananananannnanananananananananan.
Desde entonces allá donde la oía me emocionaba. Era la canción de Sevilla. Hasta este sábado.
El sábado volvió a sonar. años y años después... Y yo iba en un coche y no conocía a quienes me acompañaban, camino de Sevilla. Y lo entendí todo. Todo estaba preparado. Todo estaba listo. Todo me estaba esperando. Tras una semana de emociones profundas, creía entender todo. Otra ciudad, otra vida, otra posibilidad.
Me supe afortunada. Pocos entienden las señales.