Los días que se tejen y destejen y se van y se vienen y te llevan y te devuelven, Y no les haces caso porque sigues un camino que no te dice, que no te marca, que no te habla, aunque lo fuerces: no te habla. Las mañanas a los pliegues de una piel pegada, feliz y abierta, hecha de algodones y trapos que huelen a otro tiempo y que te acarician con su perfume y te posan pequeños besitos en la cara. Y lo miras y lo ves y le hablas... Tu luz. Su luz. La luz que se cuele etérea, pausible por la ventana que es ténue y tranquila y me sacude y se me cuelga del cuello y me susurra a gritos que corra, me dice que salga, que vea la vida, que la cuente, que la explique, que la admire, que me aferre a los días como a las noches, que pruebe el manjar de no hacer nada, de vivirlo todo, de llenarme de palabras vivas en piel, que cree y amase mi tiempo propio el que vine a hacer, no el que te dieron para que lo estiraras.
Y me desvelo, desperezando mi alma y sonriendo con timidez a las curvas rosadas que me dejas en el alma.
y me desperezo con descaro, mirando la luz que ya no pide permiso para esconderse, sino que ha inundado mi voz y me deja ser y hacer, nada.
martes, febrero 12, 2008
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1 comentario:
Bienvenida, querida!!! Nuevos tiempos, nuevos aires, a ver si yo también me animo a reescribir...
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